Uno de los principales retos de las autoridades económicas españolas (y yo diría también de las autoridades económicas del resto de países de la zona euro incluido el Banco Central Europeo) es como enfrentarse a la magnitud y a la persistencia del déficit exterior de la economía española.
La necesidad de financiación de la economía española frente al resto del mundo (que mide el saldo conjunto de la cuenta corriente y de la cuenta de capital) se situó en 2007 en la cifra récord del 9,7% del PIB. Este saldo fue el resultado de un déficit por cuenta corriente del 10,1% y de un ligero superávit de la cuenta de capital del 0,4% del PIB (véase gráfico adjunto). El déficit de la balanza por cuenta corriente, que refleja los ingresos y pagos por operaciones comerciales, servicios, rentas y transferencias, continuó creciendo hasta los 58.615 millones de euros a finales del segundo trimestre de 2008, mientras que la necesidad de financiación subió hasta los 54.953 millones de euros. Si continuara esta progresión, el déficit exterior español alcanzaría a finales de 2008 el 12,0 por ciento de la riqueza nacional. Se trata del déficit por cuenta corriente en porcentaje del PIB más elevado en toda la historia de España, así como el más alto del mundo en términos absolutos después del que presenta EEUU.
El saldo de la balanza por cuenta corriente puede expresarse como la diferencia entre el ahorro nacional (tanto público como privado) y la inversión nacional. Así, el déficit por cuenta corriente puede reflejar una baja tasa de ahorro nacional en comparación con la inversión, o una tasa de inversión elevada, o una combinación de ambas. Desde este punto de vista, la economía española al arrastrar un déficit persistente en la balanza comercial y la cuenta corriente utiliza capital extranjero para financiar la diferencia entre la inversión y el ahorro internos y, en última instancia, se convierte en un país prestatario neto de fondos externos.
El principal problema del creciente déficit por cuenta corriente de la economía española es su excesiva duración o persistencia en el tiempo. El déficit representa una acumulación de obligaciones de un país frente al resto del mundo, financiadas con entradas en la cuenta financiera que en un momento u otro habrá que pagar. A largo plazo, si un país "desperdicia" los fondos recibidos en préstamo del extranjero destinándolos a gastos sin rentabilidad a largo plazo (en nuestro caso, consumo privado excesivo e inversión excesiva en construcción), su capacidad de reembolso —es decir, su solvencia exterior— podría terminar peligrando: la solvencia en los mercados financieros internacionales exige que la economía española quiera y pueda generar en un futuro un superávit en su balanza por cuenta corriente suficiente (o una caída sustancial en su déficit) para saldar sus deudas acumuladas. En definitiva, para decidir si conviene acumular un déficit en cuenta corriente (o sea, tomar más préstamos), hay que tener en cuenta el stock de deuda externa y determinar si los préstamos del resto del mundo han financiado una inversión con una productividad marginal más elevada que la tasa de interés (o de rendimiento) que reciben los acreedores externos.
Desde esta perspectiva, no parece que la acumulación de déficits por cuenta corriente para financiar el consumo excesivo de las familias españolas y la inversión en vivienda haya sido la más adecuada. La economía española puede tener serios problemas (de hecho ya los tiene este año) si los inversores privados extranjeros dejan de financiarnos (este proceso ya ha empezado) y ello nos lleva a un colapso del sistema financiero, un recorte mayor del consumo privado, de la inversión privada y del gasto público y, en ultima instancia, nos conduce a un brusco y doloroso aumento de la tasa de paro. No olvidemos que la opción de la devaluación de nuestra moneda ya no es un instrumento de política económica disponible (¿una salida del euro quizás?).
En definitiva, ¿importa la magnitud del déficit por cuenta corriente de la economía española? Desgraciadamente, la cuestión nos lleva a una respuesta que es habitual en Economía: "depende". De acuerdo con el enfoque intertemporal de la cuenta corriente, el hecho de que un déficit exterior sea "bueno" o sea "malo" depende de los factores que lo originaron: 1) si refleja un exceso de las importaciones de bienes y servicios en comparación con las exportaciones de bienes y servicios (saldo de la balanza comercial), el déficit de la cuenta corriente puede ser indicio de problemas de competitividad a largo plazo; 2) pero como también puede implicar un exceso de inversión interna en comparación con el ahorro interno, bien podría ser reflejo de una economía muy productiva en crecimiento; 3) además, si el déficit exterior se debiera a una escasez de ahorro interno de las familias y las empresas, y no a una abundancia de las inversiones productivas, podría ser consecuencia de una política fiscal mal diseñada o de un exceso del consumo privado; 4) por último, podría ser también un indicador de un comercio intertemporal óptimo, atribuible a un shock transitorio o a un cambio estructural demográfico. En síntesis, la teoría económica no califica a priori a un déficit por cuenta corriente de “bueno” o “malo”; lo importante es el origen del mismo y si están generados por factores económicos fundamentales que pueden resultar beneficiosos o no para un país en un momento determinado.
¿A dónde situaríamos al déficit por cuenta corriente de la economía española? En primer lugar, dado que el déficit acumulado de la balanza comercial en el periodo enero-junio de 2008 se situó en 46.731 millones de euros frente a 41.466 millones en el mismo periodo de 2007), nuestro déficit en la cuenta corriente es una señal clara de los problemas de competitividad de la economía española. Además, las cifras acumuladas por los déficit por cuenta corriente persistentes reflejan sin duda una escasez de ahorro interno, un exceso de consumo privado (excesivo endeudamiento de las familias, en definitiva) y de inversiones internas no "adecuadas" (construcción), y no una abundancia de inversiones productivas a largo plazo (educación, I+D, innovación, infraestructuras, fundamentalmente).
2 comentarios:
Muy interesante! Pero una pregunta Prof.: la infrastructuracion de un pais no es uno de los mayores intereses de un Estado que quiere perseguir su desarroollo? Hablamos aqui de costruccion como de una forma de inversion poco correcta, mejor dicho, con una rentabilidad escasa por la sociedad. Por que?
Yo me refería como negativo a la inversión en construcción del sector residencial (viviendas, terrenos). Está claro que la inversión en infraestructuras productivas (carreteras, puertos, AVE, areopuertos,etc..) si que tiene un efecto claro a largo plazo sobre el crecimiento.
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