martes, 31 de mayo de 2011

Jagdish Bhagwati, Douglas Irwin y Charlene Barshefsky debaten sobre la política comercial de EE.UU. desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la era Obama

El Council on Foreign Relations (CFR) es una organización de EE.UU. fundada en 1921, de carácter independiente, no partidista, de reflexión (think tank en terminología anglosajona) y editor de revistas y publicaciones. Su principal objetivo es contribuir al conocimiento del papel de la política exterior de EE.UU. en el mundo. La CFR es la organización privada más poderosa por su influencia en la política exterior de EE.UU. y es conocida también por su prestigiosa revista Foreign Affairs y su programa de estudios David Rockefeller.

En esta Entrada del Blog presentamos un vídeo de un debate sobre Comercio Internacional organizado por el CFR en el que participan Jagdish Bhagwati, catedrático de Economía de Columbia University, EE.,UU., Douglas Irwin, catedrático de Economía de Dartmouth College, EE.UU. y Charlene Barshefsky, Directora de la Oficina del Representante Comercial de EE.UU. (USTR) de 1997 a 2001, durante uno de los gobiernos de Bill Clinton. La USTR es la agencia federal responsable de desarrollar y establecer recomendaciones al Presidente de EE.UU. sobre cuestiones de la política comercial, llevar a cabo las negociaciones comerciales bilaterales y multilaterales a nivel internacional, y coordinar la política comercial en la administración federal.

En el siguiente vídeo, Jagdish Bhagwati, Douglas Irwin y Charlene Barshefsky debaten sobre la política comercial de EE.UU. desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la era Obama. Les incluyo también la transcripción del debate para que pueden practicar mejor el inglés americano.

martes, 24 de mayo de 2011

La tasa de rendimiento real de la Bolsa de EE.UU.: el horizonte temporal de la inversión importa (o como de corto es el largo plazo)

Una de las preguntas de carácter económico mas repetidas por mis alumnos, amigos y familiares se refiere al periodo que se debe mantener las acciones sin vender para obtener la mayor rentabilidad posible. En esta entrada del Blog voy a intentar contestar de manera sencilla a está cuestión utilizando para tal fin unos gráficos.

En los cuatro gráficos adjuntos (hacer clic sobre los mismos para verlos más grandes) se representa la evolución temporal desde enero de 1871 a marzo de 2011 de dos series proporcionadas por el catedrático de Economía de Yale University, Robert Shiller:
  • El índice S&P 500 de la Bolsa de New York corregida por la tasa de inflación.
  • y como aproximación al rendimiento (en %) de la inversión en este índice se utiliza la tasa de rendimiento real anualizada del índice suponiendo la reinversión de los dividendos obtenidos y corregida por la tasa de inflación para diferentes horizontes temporales de la inversión. No se incluye en el rendimiento ni las comisiones ni otros gastos de gestión de la cartera de valores.
Para contestar a la cuestión central de la Entrada se ha calculado este rendimiento real de las acciones para un horizonte temporal de 5, 10, 20 y 30 años. A título de ejemplo, si nos centramos en el primer gráfico (horizonte temporal de 5 años), el último punto nos muestra que la rentabilidad real anualizada de las acciones en marzo de 2011 que se hayan mantenido en cartera 5 años (suponiendo que se han reinvertido nuevamente en acciones  los dividendos obtenidos) fue del +0,16%. Pero si este mismo cálculo se hace para marzo de 2009 la respuesta hubiera sido un rendimiento real anualizado del -8,12%. Por último, si nos hubiéramos planteado la cuestión hace diez años -en septiembre de 2000- la tasa de rendimiento real anualizada en cinco años hubiera sido nada menos que del +25,05%.

De la observación conjunta de los cuatro gráficos se pueden obtener varias conclusiones útiles para el potencial inversor en Bolsa.

Por un lado, cuanto más ampliamos el horizonte temporal de la inversión (mantenemos más tiempo la cartera de acciones del índice S&P 500) la serie de la rentabilidad anualizada real es menos volátil, en otras palabras, presenta rentabilidades mínimas más altas y rentabilidades máximas más bajas. Por otro lado, también la ampliación del horizonte temporal de la inversión aumenta la probabilidad de obtener rentabilidades reales positivas y disminuye la probabilidad de obtener rentabilidades reales negativas. De este modo, la volatilidad es claramente menor con un horizonte temporal de 30 años. Pero incluso para una inversión que ha permanecido en cartera nada menos que tres décadas, el rendimiento real anualizado osciló entre un mínimo del +1,91 y un máximo del +11.16%, aunque siempre en cotas positivas (ya descontada la inflación).

En definitiva, en el caso de las acciones el horizonte temporal de la inversión importa, y el largo plazo óptimo es de "muy largo plazo" (30 años).






miércoles, 18 de mayo de 2011

Evolución de la presión fiscal sobre los salarios en España y en la OCDE, 2000-2010

La OCDE acaba de publicar el informe titulado Taxing Wages 2009/2010. Esta publicación anual proporciona información relativa al impuesto sobre la renta pagado por los trabajadores y las contribuciones de seguridad social pagadas por los trabajadores y las empresas en los países de la OCDE. Los cifras también incluyen las prestaciones sociales recibidas por las familias en efectivo. Los datos son proporcionados para diferentes niveles de ingreso y tipos de hogares. Por último, en el informe se presentan las cifras estimadas para la presión fiscal media y marginal sobre los salarios y los costes laborales de las empresas.

En el primer cuadro adjunto (hacer clic sobre el mismo para verlo más grande) se presenta la presión  fiscal efectiva media o cuña fiscal media (obtenida como la suma del impuesto sobre la renta, cotizaciones a la seguridad social a cargo de la empresa y el trabajador y transferencias sociales en efectivo) sobre los salarios brutos medios (de un empleado a tiempo completo del sector privado; 24.421 euros en 2010 para España) en % de los costes laborales de las empresas (incluidas contribuciones empresariales a la seguridad social) en 2000 y 2010 para España y la OCDE. Esta presión fiscal media sobre los salarios se presenta para  seis tipos diferentes de hogares: (1) familia monoparental con 2 hijos y el 67% del salario medio; (2) pareja casada con una única fuente de ingresos, 2 hijos y el salario medio; (3) pareja casada con 2 fuentes de ingresos (100% y 67 del salario medio) y 2 hijos; (4) soltero con el 67% del salario medio; (5) soltero con el salario medio; y (6) soltero con el 167% del salario medio.

Tax Wedge in % of labour costs for different wage levels
and household types, 2000 and 2010

















De las cifras presentadas en el cuadro merece la pena destacar algunos hechos relevantes. En primer lugar, la presión fiscal media sobre los salarios ha aumentado en España entre 2000 y 2010 en todas las categorías de hogares, en un rango comprendido entre  +0,3 y +1,6 puntos porcentuales (pp) . En segundo lugar, la presión fiscal media está en 2010 por encima del promedio de la OCDE para todos los tipos de hogares. Destaca la mayor presión fiscal relativa en 2010 para dos categorías: la familia monoparental con 2 hijos y el 67% del salario medio (+13 pp) y la pareja casada con una única fuente de ingresos, 2 hijos y el salario medio (+9 pp). No obstante, la diferencia es inferior a 5 pp en el caso de los hogares solteros con el salario medio (rentas medias) o con el 167% del salario medio (rentas altas).























En el segundo cuadro se muestra las cifras por países de la presión fiscal efectiva media en 2010 (y los cambios respecto a 2009) de todos los países de la OCDE para los dos tipos de hogares más comunes:  a) el soltero con el salario medio; y b) la pareja casada con una única fuente de ingresos, 2 hijos y el salario medio. Por un lado, en ambos casos España se sitúa en una posición media en la presión fiscal sobre los salarios. Por otro lado, para el caso de pareja casada con una única fuente de ingresos, 2 hijos y el salario medio, nuestra presión fiscal media se sitúa claramente por debajo de Francia e Italia y ligeramente por encima de Alemania, mientras para el soltero con el salario medio la presión fiscal media española se sitúa muy por debajo de los tres países. Esta situación daría un amplio margen al Gobierno para aumentar la presión fiscal sobre los salarios (vía aumentos del impuesto de la renta y/o caída de las transferencias sociales en efectivo, sin cambiar las cotizaciones) en el caso de que necesitara obtener recursos adicionales para cumplir los objetivos de reducción del déficit público en 2012 y 2013.

Finalmente, España registró la segunda mayor subida de la presión fiscal media sobre los salarios de la OCDE en 2010 respecto a 2009 (+ 1,4 pp). Ello se debió a la eliminación parcial de la deducción de los 400 euros en el IRPF. En concreto, se quitó la citada deducción general para las bases imponibles superiores a 12.000 euros anuales.

domingo, 8 de mayo de 2011

Los beneficiarios del Programa de Cupones para Alimentos en EE.UU. aumentan espectacularmente por la crisis económica


En los EE.UU. existe un programa gestionado por el Departamento de Agricultura Federal y los Estados conocido por las siglas SNAP (Supplemental Nutrition Assistance Program o Programa de Asistencia de Nutrición Complementaria), nueva denominación desde octubre de 2008 del antiguo Programa de Cupones para Alimentos (Food Stamp Program). El Programa SNAP comenzó en los EE.UU. en la década de los 30, como ayuda para que la población más pobre pudiera comprar alimentos y con el objetivo de "crear una sociedad más productiva". En 1971 se convirtió en un programa federal aunque en la actualidad cada Estado tiene reglas específicas.

En el contexto actual de altos niveles de desempleo (y de caída de ingresos familiares) a los que se enfrenta la economía de EE.UU., el Programa SNAP constituye la primera línea de defensa contra el hambre. Permite que las familias de bajos recursos adquieran alimentos con tarjetas de Transferencia Electrónica de Beneficios (EBT, Electronic Benefits Card). Para poder recibir la tarjeta que da derecho a comprar alimentos en establecimientos previamente especificados por el Programa SNAP, el ciudadano tiene que reunir ciertos requisitos. Con más detalle, dependiendo de su estatus migratorio y del tiempo que ha permanecido en territorio estadounidense, un individuo (y sus hijos) puede ser elegible para obtener los cupones que le permiten recibir alimentos gratis en los supermercados. Puede lograrlos incluso si posee algún otro beneficio como seguro social o pensión y si tiene empleo, un automóvil o si es dueño de la casa donde vive. 

Los requerimientos para la benefiario del SNAP son diferentes en algunos Estados pero generalmente tienen en cuenta el número de personas en el hogar, los ingresos, las deudas, el total de la renta y otros gastos. 
La cantidad máxima asignada mensualmente a una persona individual es en la actualidad de 200 dólares y va subiendo su cuantía en función de las personas asignadas a su cargo.

En el cuadro adjunto (hacer clic sobre el mismo para verlo más grande) se presentan los datos de las última cifras de los beneficiarios del Programa de Cupones para Alimentos referidos a febrero de 2011. Aparecen los datos del conjunto de EE.UU. y de los 10 Estados con mayores beneficiarios y los 10 Estados con menores beneficiarios (en % de su población total). Los datos históricos de todos los Estados se pueden ver con detalle en la web del Departamento de Agricultura Federal y los últimos datos disponibles fueron publicados recientemente por el Wall Street Journal.






















La crisis económica ha disparado el número de beneficiarios en todos los Estados. En febrero de 2011, 1 de cada 7 estadounidenses (un 14,3% del total de la población) hacían uso del Programa de Cupones de Alimentos, es decir, casi 40 millones de personas, y ello representaba un 11,6% más de beneficiarios que hace un año. Además, el número de beneficiarios superaba ya el 18% de la población en 10 Estados, encabezando la lista negra Mississipi y Oregón, con más del 20% de su población apuntada al Programa.  Finalmente, destacar también que incluso los Estados relativamente más ricos han visto crecer espectacularmente el número de ciudadanos dependientes del Programa SNAP durante el último año: New Jersey (+23.1%), Maryland (+22,1%), Florida (+20,6%), California (+13,6%), Texas (+11,9%), New York (+9,7%) y Massachusetts (+8,8%), entre otros.  Aunque no aparece en el cuadro, la capital de EE.UU., Washington DC, encabeza el ranking, con el 21.5% de la población que depende de cupones de alimentos para "sobrevivir".

En momentos que que el número de beneficiarios de los cupones de alimentos está por las nubes y crece por día, las estadísticas del SNAP muestran que en la cifra global de los 40 millones de personas que utilizan los cupones está creciendo con más rapidez un subgrupo: los beneficiarios que no tienen ningún ingreso mensual (6 millones de personas en febrero de 2011).

Otro dato interesante es el porcentaje de la población por razas que utiliza los cupones de alimentos. De los norteamericanos de raza negra, el 28% utiliza los cupones de alimentos. Entre los latinos, el porcentaje se sitúa en el 15 %, y entre los blancos el 8 %.

Puede parecer increíble desde Europa, pero los cupones de alimentos se han convertido en la red de seguridad social por excelencia de los EE.UU. En España el papel de los cupones de alimentos lo ejerce la familia.

jueves, 5 de mayo de 2011

La (insostenible) presión inflacionista de los gastos de las hogares en educación universitaria en EE.UU., 2000-2011


La rúbrica del IPC de EE.UU. que ha tenido un comportamiento más inflacionista en la última década es la denominada "College Tuition & Fees" (Matrículas y Tasas Universitarias), categoría que recoge el gasto que los hogares destinan a la educación superior, incluyendo matrículas, gastos de colegios mayores y gastos de manutención, entre otros conceptos.















Como se puede observar en el primer gráfico (hacer clic sobre el mismo para verlo más grande), el IPC de EE.UU. es la media ponderada de ocho componentes. Los gastos de los hogares en la educación superior están incluidos dentro de la categoría "Education & Communication" (Educación y Comunicación), que pondera sólo el 6,4% del IPC.

















En el segundo gráfico se representa el aumento de (en %) entre el año 2000 y 2011 (último dato marzo) de las ocho categorías del IPC y la subcategoría que representa los gastos de los hogares en educación superior. Los precios de la educación superior han crecido en está última década nada menos que un 101% (línea roja), muy por encima de la categoría en la que se incluye ("Education & Communication", +27,20%), de la categoría más inflacionista ("Medical Care" (Gasto en Salud), +55,7%) y casi triplicando el aumento acumulado de la inflación general  (+32,4%).

Hay que tener en cuenta que el gasto en la educación superior de los hogares americanos es muy elevado en comparación con los registrados en España.  La institución CollegeBoard ha estimado que los costes universitarios promedios para una familia americana son para carreras de cuatro años los siguientes:
  • En una universidad pública la matrícula y las tasas alcanzarían de promedio 7605 dólares (5109 euros) por año. Y si añadimos los costes de alojamiento y manutención el coste sería de 11990 dólares (8056 euros) anuales.
  • En una universidad privada la matrícula y las tasas alcanzarían de promedio nada menos que 27293 dólares (18338 euros) por año.
Algunos expertos en economía de la educación ya están advirtiendo que si continúa este sesgo inflacionista del gasto en la educación superior de los hogares americanos se estaría generando tres efectos perversos: a) la caída del número de alumnos potenciales de las universidades americanas; b) la aceleración del sobreendeudamiento (caída relativa del consumo de otros bienes y servicios y del ahorro) de las familias americanas (o de los estudiantes), ya que en EE.UU. es habitual pedir préstamos para costear los estudios en la universidad; c) y una mayor incidencia negativa en los hogares con menos ingresos, lo que afectaría a la equidad, entendida como igualdad de oportunidades de acceso a la educación superior (en las universidades públicas al menos) para las personas de cualquier nivel socioeconómico.

Finalmente, todo apunta a que la presión inflacionista ha estado generada porque las universidades no han tenido ningún incentivo en controlar los costes, ya que el flujo de financiación a las familias estaba garantizado en última instancia, bien por los préstamos o por el aumento de las ayudas públicas directas a los estudiantes.