Algunos colegas de la profesión académica y del mundo financiero, y la mayoria de los comentaristas económicos, están alertando en los últimos tiempos de un posible peligro de deflación en la economía española. Pero pueden estar equivocados, al menos por tres razones. Por un lado, porque no escogen adecuadamente los indicadores de precios para poder afirmar que estamos entrando en un periodo de deflación, Por otro lado, porque no interpretan los datos estadísticos disponibles de una manera rigurosa y adecuada desde una óptica temporal. Por último, porque circuscriben la deflación como un fenómeno de corto plazo, obviando las consecuencias a largo plazo de la conjunción actual de las acciones de la política monetaria, fiscal y de la evolución del tipo de cambio nominal.
Primer error: El indicador de precios utilizado no es el adecuado
En primer lugar, los que alertan que la economía española va a entrar en una etapa de deflación (o ya ha entrado) utilizan los últimos datos del índice de precios al consumidor "general". En concreto, señalan que la tasa negativa interanual del IPC general del -0,1% y -0.2% de los meses de marzo y abril (véase primer gráfico), respectivamente, es un prueba que la deflación es una "amenaza" para la economía española. Sin embargo, el dato agregado es engañoso. De hecho, esta evolución se debe a una caída -quizás transitoria- de las tasas interauales de los componentes del IPC general, índice que recoge los precios de los alimentos no elaborados y sobre todo de los precios de la energía (véase segundo gráfico). En concreto, si al IPC general le descontamos la evolución de estos dos componentes más inestables, obtenemos el IPCSEBENE, es decir, el IPC sin energía ni alimentos no elaborados, que es el indicador de la inflación subyacente de la economía y el que los bancos centrales utilizan como indíce de precios objetivo en la gestión de su política monetaria.
En relación a la inflación subyacente de la economía española, se puede observar en el primer gráfico como la misma se mueve en tasas interanuales positivas, aunque decrecientes. Además, si profundizamos en la evolución de los componentes principales de la inflación subyacente, podemos destacar que tanto el IPC de los servicios en su conjunto (tercer gráfico) como el IPC de la hostelería (cuarto gráfico) continúan registrando tasas interanuales muy altas, con fluctuaciones de alrededor del 3% en los últimos 4 meses.
En segundo lugar, existen indicadores estadísticos más adecuados para ver las tendencias a largo plazo que el IPC general y sus componentes. De hecho, muchos estudios disponibles indican que un indicador menos volátil y, por tanto, más preciso para tal fin, es el Deflactor del PIB (véase quinto gráfico. Se puede ver más grande haciendo click sobre el mismo). De hecho, la tasa interanual del deflactor del PIB se mueve en tasas positivas en el primer trimestre del 2009 del 1,3%. Y la evolución reciente de algunos de sus componentes más importantes nos alejan de cualquier amenaza deflacionaria. En concreto, los últimos datos disponible para el primer trimestre de 2009 muestran que el deflactor de la industria continúa creciendo a tasas interanuales del 2,8%, el de los servicios destinados al mercado crece al 3,7%, mientras que el de la energía sube nada menos que a una tasa interanual del 8,3%. El único deflactor sectorial que se ha moderado es el de la construcción, pero continúa creciendo a tasas interanuales positivas del 0,7%, y ello a pesar del derrumbe del sector.
Segundo error: El horizonte temporal no es el adecuado
Algunos de los que señalan el peligro de deflación de la economía española basan su afirmación en la reducción observada en el IPC de los últimos meses. Pero como enseñamos a nuestros alumnos de Economía, el fenómeno de la inflación o deflación no se define utilizando un nivel de precios en un horizonte temporal de corto plazo, en este caso de dos meses, sino más bien hace referencia a la tasa de variación "sostenida" (en el medio y largo plazo) de los precios, no del nivel de precios.
Tercer error: La deflación o la inflación no es un fenómeno de corto plazo
Si algo hemos aprendido los economistas es que la inflación es siempre y en cualquier lugar un fenómeno monetario en el largo plazo. Las actuales acciones de política monetaria expansiva del BCE se han concretado en el corto plazo en medidas de reducciones rápidas y sustanciales de tipos de interés y de crecimiento extraordinario de la liquidez en la zona del euro, incluida la economía española. Ello ha coincidido en el tiempo con una extraordinaria debilidad de la demanda (y de los precios de la energía) y una aparición de tasas negativas de crecimiento de los precios. La obsesión del BCE era sostener la demanda y recuperar la oferta y el empleo en el corto plazo. Pero en el largo plazo la conjunción de un crecimiento extraordinario de la oferta monetaria de la zona euro, de elevados y crecientes déficit presupuestarios de la economía española y de la previsible depreciación nominal del euro son factores que no pueden generar un periodo de deflación, sino más bien una etapa de inflación creciente.