En esta ocasión nos ocupamos de los mecanismos de transmisión de la política fiscal en la vertiente de los shocks impositivos y, más concretamente, en los efectos sobre el output y otras variables macroeconómicas clave (consumo privado, salarios reales e inversión privada no residencial) de una reducción impositiva anticipada por los agentes económicos.
En contraste con los efectos no concluyentes de los aumentos de gasto público, un reciente trabajo de Mountford y Uhlig (2008) para la economía americana con datos del periodo 1955-2000, aporta evidencia empírica robusta de que un shock fiscal cuyo origen este en una rebaja de impuestos estimula el output de una manera importante y significativa. Sus resultados confirman los aportados anteriormente con otras metodologías por los trabajos de Blanchard y Perotti (2002) y Romer y Romer (2007), aunque en el trabajo de Mountford y Uhlig (2008) los multiplicadores fiscales derivados de recortes impositivos son mucho más elevados.
En los dos gráficos adjuntos se muestra la respuesta de las variables macroeconómicas clave ante dos tipos de shocks fiscales no anticipados que generan un mayor déficit público: 1) un aumento del 1% de los gastos públicos totales (consumo público e inversión pública), dejando invariables los ingresos públicos; 2) un recorte de los ingresos públicos del 1%, dejando invariables los gastos públicos.
Por un lado, el shock fiscal de aumentos del gasto público estimula de manera débil al output y al consumo privado y durante un periodo corto de tiempo (los pequeños efectos positivos apenas alcanzan los primeros cuatro trimestres). Además, el aumento del gasto público provoca una caída de la inversión privada no residencial, es decir, se produce un efecto expulsión pero sin que se hayan originado subidas de tipos de interés (paradoja desde punto de vista del modelo keynesiano estándar).
Por el contrario, el shock fiscal de recorte de impuestos estimula de manera apreciable el output, el consumo privado y la inversión privada no residencial, alcanzado un “pico” positivo a los tres años de iniciado el shock.
Para evaluar el impacto final de un shock fiscal es habitual el utilizar el multiplicador final que mide la ratio de la respuesta del output en un periodo determinado al cambio inicial de la variable (gasto público o impuestos), tal y como propusieron originariamente Blanchard y Perotti (2002).
En el cuadro adjunto se presentan los multiplicadores fiscales medios calculados para los dos tipos de shocks fiscales por Mountford y Uhlig (2008). Los datos indican que el multiplicador generado por los recortes impositivos es mucho mayor (tiene un efecto mucho mayor sobre el output) que el derivado de los aumentos del gasto público global.
En síntesis, el multiplicador asociado al aumento del gasto público total (consumo público e inversión pública) alcanza su máximo valor el primer trimestre con 0,65 (es decir, por cada aumento de 1 dólar de gasto público se genera tan sólo un aumento adicional de 0,65 centavos de dólar) y , además, su valor positivo decrece y se diluye en apenas dos años desde el inicio del shock fiscal. En contraste, el multiplicador asociado al recorte impositivo crece continuamente hasta alcanzar un valor de 5,33 (es decir, por cada recorte de 1 dólar de impuestos se genera nada menos que un aumento adicional de más de 5 dólares cinco años después de generado el shock fiscal.
Destacar que los resultados del trabajo de Mountford y Uhlig (2008) no son coherentes con la teoría estándar keynesiana, según la cual los multiplicadores del gasto público son mayores que los multiplicadores de los impuestos y el efecto expulsión de los shocks fiscales de aumentos de gastos públicos se produce a través de aumentos en las tasas de interés. La clave puede estar en un mecanismo que no se recoge en los modelos keynesianos estándar: los recortes impositivos producen –en comparación los aumentos del gasto público- una mayor reacción positiva en la demanda de inversión no residencial. El canal de transmisión sería en este caso los cambios en los precios relativos que juegan a favor de la inversión en capital productivo.
Estos resultados empíricos pondrían de manifiesto que los estímulos fiscales que están aplicando la mayoría de los gobiernos, incluido el español, centrados en aumentos del gasto público podrían no ir en la dirección correcta, y quizá sería más conveniente en un horizonte más amplio (de tres a cinco años) aplicar una reducción de impuestos (¿selectiva?).
En definitiva, nos enfrentamos a un típico dilema de política económica, en este caso de política fiscal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario