miércoles, 7 de febrero de 2018

Esperanza de vida al nacer en España versus otros países avanzados, 1960-2015


La esperanza de vida al nacer indica el número de años que un recién nacido viviría si los patrones de mortalidad registradas en el momento de su nacimiento se mantuvieran iguales durante toda su vida.

La base de datos World Development Indicators del Banco Mundial ha actualizado recientemente los datos de la esperanza de vida al nacer en el mundo para el año 2015. Los datos más actualizados y con más detalle de España se pueden ver en el portal del INE.

En el primer gráfico (hacer clic sobre el mismo para verlo más grande) se muestra la evolución temporal entre 1960 y 2015 de la esperanza de vida al nacer en el conjunto mundial, en España y en tres grandes economías de la OCDE no europeas (EE.UU., Japón y Canadá).


La esperanza de vida al nacer mundial ha pasado de 52,6 años en 1960 a 71,8 años en 2015. España es uno de los países del mundo con mayor esperanza de vida, con 83,4 años a finales de 2015, muy cerca ya de Japón, que registra 83,8 años. Nuestro país supera a EE.UU. y Canadá, con una esperanza de vida al nacer en 2015 de 78,7 y 82,1 años, respectivamente.

En el segundo gráfico se compara la evolución en el mismo periodo de la esperanza de vida al nacer de España y de las otras cuatro principales economías de la Unión Europea.


España es el segundo país de la Unión Europea con mayor esperanza de vida a finales de 2015 casi al mismo nivel de Italia (83,5 años). Nuestro país supera a Francia (82,6 años), al Reino Unido (81,6) y a Alemania (81 años).

¿Pero cuales son los problemas económicos que genera esta mejora en la esperanza de vida al nacer?

Esta tendencia de aumento de la esperanza de vida al nacer lleva aparejada un mayor gasto en sanidad y en cuidados y dependencia, y una posible insostenibilidad de los sistemas de pensiones públicos.

domingo, 4 de febrero de 2018

El espectacular crecimiento económico del Estado de Texas, 2005-2017


En esta entrada del Blog comparamos la evolución reciente de la economía de Texas con otros Estados de EE.UU. (California e Illinois) y con otras economías industrializadas (Australia, Canadá y Japón).

Illinois es el ejemplo más claro de la decadencia de la industria tradicional norteamericana y comparte patrón de bajo crecimiento con el Rust Belt ("cinturón del óxido"). El Rust Belt es una región de EE.UU. que engloba principalmente estados del área conocida como Medio Este así como algunas zonas del área del Atlántico Medio. Son los estados del norte desindustrializados repletos de blancos sin títulos universitarios que dieron el triunfo a Donald Trump. La principal actividad económica de la zona está relacionada con la industria pesada y con las manufacturas, especialmente el sector del automóvil. La crisis económica que sobrevino en estos sectores a finales de los años 70  y comienzos de los 80 dejó a varias ciudades de la región en una decadencia económica de la que todavía no se han recuperado.

Como se puede observar en el gráfico, el crecimiento del PIB real de Illinois (quinto Estado de EE.UU. por volumen de PIB) ha sido muy bajo. En concreto, la tasa de crecimiento anual acumulativa desde 2006 a 2017 de Illinois ha sido de tan sólo el 0,6% (muy parecida al 0,7% de Japón), y muy por debajo de la registrada por  el conjunto de EE.UU. (1,5%).

En el extremo opuesto destaca el espectacular crecimiento de Texas (segundo Estado de EE.UU. por volumen de PIB), impulsado por la producción de petróleo y gas (gracias al crecimiento del petróleo de esquisto y del gas de esquisto o shale oil/shale gas).

Texas registra una tasa de crecimiento anual acumulativa del 3%, muy por encima de otros productores de materias primas (como Australia y Canadá) y de California, primer Estado de EE.UU. por volumen de PIB y el segundo motor del crecimiento económico de EE.UU., impulsado en este caso por el boom de la tecnología.


Es muy probable que el fuerte crecimiento de Texas continue en las próximas décadas fundamentalmente por el aumento sostenido de la producción de petróleo y gas de esquisto a lo que se añade la innovadora industria de la biotecnología y la de las telecomunicaciones.

En el gráfico siguiente se muestra la producción de millones de barriles de petróleo y gas de los EE.UU. hasta el año 2040. Las cifras muestran como la producción de petróleo de esquisto y de gas de esquisto continuará imparable hasta 2040 sustituyendo a la producción tradicional. Con más detalle, la producción de petróleo y gas procedente de shale suponía en 2015 un 51% del total de la producción, mientras que hace una década este porcentaje sólo era del 7% en EE.UU. El shale ya supone la mayoría de la producción de crudo en EE.UU. y se prevé que siga ganando cuota en los próximos años. Y Texas será la mayor productora.


Finalmente, hay que recordar que el PIB de Texas en 2016 era superior al de España: 1,44 billones de euros frente a 1,11 billones de euros.