miércoles, 24 de abril de 2024

Los factores que impulsan la inflación subyacente de la zona del euro en la era pospandémica

El estudio de los determinantes de la inflación es uno de los temas recurrentes en macroeconomía, tanto para los economistas académicos como para los responsables de las políticas monetarias, pero sobre todo a partir de 2020 con el inicio dela Pandemia del COVID-19.

En muchos países las tasas de inflación alcanzaron niveles que no se habían visto en décadas. Un cocktail explosivo de factores de oferta (shocks de oferta) y de demanda (shocks de demanda) explicarían el alza generalizada de la inflación mundial.

Los factores de oferta que están detrás de una mayor inflación incluyen:
  • Una oferta laboral más baja debido a los temores de COVID-19, jubilación anticipada, caída de la inmigración y cierre de colegios, lo que puede reducir la participación en la fuerza laboral, aumentar la tasa natural de desempleo, o ambos fenómenos.
  • Los cierres forzosos de lugares de trabajo en respuesta a los brotes de COVID-19, más pronunciado en el caso de China con la “estrategia de COVID cero”.
  • Los efectos colaterales de los cierres de COVID-19 a través de las cadenas de suministro, así como las interrupciones relacionadas con COVID en el transporte marítimo.
  • El colapso de la producción de chips y de semiconductores que ha golpeado especialmente a la industria del automóvil.
  • Los costes relacionados con el Brexit y perturbaciones comerciales en el Reino Unido (a través de mayores restricciones y costes comerciales) y, en mucha menor medida, en la zona del euro.
  • El aumento de los precios de las materias primas, especialmente después de la invasión rusa de Ucrania.
  • La rotación de la demanda de los consumidores de servicios a bienes después de la Pandemia, que chocó contra limitaciones de capacidad y contribuyó a precios más altos de los productos básicos e interrupciones en la cadena de suministro.
  • Una reducción en la credibilidad antiinflacionaria de algunos bancos centrales. Esto hace que las empresas aumenten los precios y/o ofrezcan menos producción a un precio dado por las expectativas de inflación.
Los factores de demanda que están detrás de una mayor inflación incluyen:

  • Una política fiscal expansiva (shock de demanda positivo) dirigida a apoyar a hogares y empresas en 2020 y 2021 para compensar los efectos del COVID-19, especialmente en EE.UU. (importantes transferencias directas a los hogares estadounidenses). En última instancia, aparece el exceso de ahorro acumulado durante la Pandemia que impulsa todavía el gasto de los consumidores.
  • Una política monetaria expansiva (shock de demanda positivo) en 2020 en algunos países para compensar los efectos del COVID-19.
  • Y como consecuencia de esta política monetaria expansiva, se registra una fuerte de depreciación nominal de algunas monedas (la libra, pero especialmente el euro) propiciada por la fuerte apreciación bilateral nominal con el dólar. En este caso, se genera un efecto mixto con (1) > (2): 

    1.  El encarecimiento de las importaciones del exterior pagadas en dólares (shock de oferta negativo), lo que ha provocó fuerte subida de los precios de las materias primas importadas en moneda nacional, especialmente las energéticas, y su posterior traslado a la inflación doméstica.
    2. El abaratamiento de las exportaciones nacionales en dólares (shock de demanda positivo), lo que provocó el aumento de la demanda de otros países de los productos nacionales.

Dados los conocidos retrasos en la transmisión de la política monetaria ha sido clave para los bancos centrales poder evaluar la importancia relativa de diversos factores de oferta y demanda, así como la persistencia de los respectivos efectos sobre la inflación. Adicionalmente, la alta volatilidad de las tasas de inflación general ha propiciado que los principales bancos centrales pusieran especial énfasis en su estrategia anti-inflacionaria en la inflación subyacente (core HICP inflation en el caso de la zona del euro)variable considerada un indicador más idóneo para la medición de una dinámica inflacionaria más persistente, ya que mide los cambios en el precio de los bienes y servicios excluidos los alimentos y la energía por ser más volátiles.

Caso especial de la zona del euro

Recientemente se ha publicado un nuevo estudio del Servicio de Estudios del Banco Central Europeo que estima los factores impulsores de la inflación subyacente. [1]

El trabajo estima un modelo econométrico Bayesian vector autoregression (BVAR), utiliza datos mensuales de 17 variables, e identifica 8 tipos diferentes de shocks inflacionarios:

  • Por el lado de la demanda, se identifican 2 shocks: un shock positivo de demanda interna (indicadores de la actividad interna) y un shock negativo (neto) de demanda externa (depreciación de la moneda).
  • Por el lado de la oferta, se identifican 6 shocks negativos: un shock relacionado con la oferta de petróleo, un shock  relacionado con la demanda de petróleo, un shock derivado de los precios del gas, un shock generado por los cuellos de botella en la cadena de suministro global, un shock vinculado a  la oferta interna agregada (tecnología) y, por último, un shock relacionado con los mercados laborales (vinculado a un aumento de los salarios negociados).

El siguiente gráfico muestra la descomposición histórica de la inflación subyacente generada por cada tipo de shock identificado por el modelo BVAR desde el inicio de la Pandemia.

En primer lugar, las cifras del gráfico indican que la inflación subyacente en la zona del euro estuvo impulsada durante la recuperación económica pospandémica en gran medida por los shocks del lado de la oferta.

Con más detalle, los shocks de la cadena de suministro global, los shocks de los precios del gas y los shocks de los precios del petróleo generaron un importante aumento de la inflación:

  • En primer lugar, los shocks relacionados con la energía (gas y petróleo) desempeñaron un papel particularmente destacado y representaron aproximadamente una cuarta parte del aumento de la inflación subyacente desde principios de 2021 hasta el pico de principios de 2023.
  • En segundo lugar, los shocks de los precios del gas representaron aproximadamente la mitad de esa contribución, mientras que históricamente tenía pocos efectos sobre la inflación subyacente.
  • Por último, los shocks de la cadena de suministro global tuvieron una contribución significativa a la inflación subyacente especialmente a partir del segundo semestre de 2022, aunque en menor medida que los dos shocks  relacionados con la energía. 
En segundo lugar, la inflación también estuvo impulsada en parte por los shocks de demanda, aunque en menor medida que los shocks de oferta.

El estudio extiende el análisis incorporando adicionalmente 2 nuevos tipos de shocks:

  • Por el lado de la demanda, los shocks vinculados a la política monetaria (restrictiva). 
  • Por el lado de la oferta, un shock de oferta vinculado a la evolución de los precios y la producción de alimentos de la zona del euro.

Por un lado, en lo que concierne a los shocks de demanda de política monetaria para el período pospandémico, el modelo estima una contribución negativa de la política monetaria que refleja los sucesivos aumentos de los tipos de interés oficiales del BCE. En este caso, la contribución estimada sobre la evolución de la inflación subyacente de los shocks de política monetaria identificados es, en todo caso, pequeña. No obstante, los autores señalan las dificultades relacionadas con la identificación de los efectos de la política monetaria en este tipo de modelos.

Por otro lado, en lo referente a los shocks de oferta relacionados con la evolución de los precios y la producción de alimentos de la zona del euro, estos también contribuyeron positivamente al aumento de la inflación subyacente en el período pospandémico. Sin embargo, su contribución es menor en comparación con los shocks relacionados con la energía y las cadenas de suministro globales.

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[1]  Bańbura, M., Bobeica, E. and Martínez Hernández, C. (2023), “What drives core inflation? The role of supply shocks”, Working Paper Series, No 2875, ECB.

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Como citar esta entrada del Blog:

Vicente Esteve, "Los factores que impulsan la inflación subyacente de la zona del euro en la era pospandémica", Universidad de Valencia, Blog Viaje al Fondo de las Finanzas Internacionales, 24/4/2024,

https://vicenteesteve.blogspot.com/2024/04/los-factores-que-impulsan-la-inflacion.html

martes, 26 de marzo de 2024

¡Que tiemblen los amantes del chocolate!: los precios internacionales del cacao baten récords históricos


El cacao se comercializa en la Bolsa Mercantil de Nueva York (NYMEX) y en la Bolsa Intercontinental (ICE) de Londres. Los precios en Nueva York se basan en el mercado del sur de Asia y los precios en Londres se basan en el cacao de África. El tamaño de cada contrato de cacao en el NYMEX es de 10 toneladas métricas. Los mayores productores de cacao son Costa de Marfil y Ghana, que juntos representan más del 60% de la producción mundial (véase cuadro adjunto). Otros productores importantes son: Indonesia, Nigeria, Camerún, Ecuador y Brasil. Aunque el cacao es uno de los mercados de productos básicos más pequeños del mundo, tiene implicaciones globales para los productores de alimentos y dulces, y para la industria minorista.


En el gráfico siguiente se muestra la evolución de los precios internacionales del cacao (mercado de futuros, dólares por tonelada) desde 1959 a 2024 (último dato de 24 de marzo, futuros de mayo 2024).


Fuente: Trading Economics

Los precios del cacao han escalado a un nuevo nivel récord no conocido desde 1959. El precio se ha situado en los 9.647 dólares la tonelada a medida que la escasez de la oferta se apodera del mercado y las empresas chocolateras internacionales luchan por hacerse con los granos. Este precio supone una subida del 40,38% en el último mes y de un 233,01% en tasa interanual.

La razón de este aumento masivo de los precios se remonta a las perturbaciones tanto de la oferta como de la demanda.

Por un lado, las severas condiciones climáticas secas inducidas por El Niño, los incendios forestales y las enfermedades de los cultivos han reducido el suministro de cacao. Las malas cosechas en los principales países productores de Africa Occidental,  principalmente Costa de Marfil y Ghana, provocaron escasez de suministro.  El Niño provocó fuertes lluvias en diciembre, lo que provocó daños a los cultivos y la propagación de la enfermedad de la vaina negra. El calor extremo posterior, el envejecimiento de los árboles de cacao y la minería ilegal en estos países redujeron aún más la producción. 

Por otro lado, la demanda también se ha mantenido fuerte en países occidentales, sobre todo en EE. UU., lo que ha permitido a las empresas chocolateras trasladar el aumento de los precios a los consumidores. 

El aumento del precio del cacao provocará que el precio del chocolate y sus productos derivados se vayan encareciendo a lo largo de 2024. Como anécdota, en EE. UU. ya han subido considerablemente los precios de los tradicionales huevos  de Pascua e incluso algunos fabricantes (como Mars Inc.) están reduciendo el tamaño de las tabletas de chocolate (práctica de la shrinkflation).

Una polémica que queda fuera de esta entrada del Blog es la catástrofe ambiental y social que esconde cada barra de chocolate: trabajo infantil, deforestación y acusaciones de greenwashing.
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Como citar esta entrada del Blog:

Vicente Esteve, "¡Que tiemblen los amantes del chocolate!: los precios internacionales del cacao baten records históricos", Universidad de Valencia, Blog Viaje al Fondo de las Finanzas Internacionales, 26/3/2024,
https://vicenteesteve.blogspot.com/2024/03/que-tiemblen-los-amantes-del-chocolate.html

miércoles, 28 de febrero de 2024

La evolución de los precios en la Eurozona: una historia de convergencia y divergencia


Por Alfredo Garcia-Hiernaux (Universidad Complutense de Madrid), Maria T. Gonzalez-Perez (Banco de España) y David E. Guerrero (CUNEF Universidad)

Este post se publicó en el blog (bAg): (bAg): Blog de Economía de la Aldea Global  el 15 de marzo de 2024. Fruto del acuerdo de colaboración entre este blog y el blog Viaje al Fondo de las Finanzas Internacionales, cada trimestre reproduciremos en nuestro blog algunos post que, por su temática, también pueden ser interesantes para nuestros lectores.
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La Unión Económica y Monetaria Europea (UEM) se ha enfrentado a un importante reto desde su constitución, el diseño de una política monetaria común, teniendo los miembros de la unión una estructura económica y sociológica diferente, y un nivel de precios que evoluciona de manera heterogénea.

La implementación de una política monetaria común requiere que los precios de los países miembros converjan en términos relativos en el largo plazo. De lo contrario, la implementación de una política monetaria común podría generar desequilibrios fiscales o financieros en determinados países miembros. Por convergencia en términos relativos entendemos la convergencia de las tasas de inflación de dos países, mientras que por convergencia absoluta entendemos la convergencia de sus niveles de precios. La segunda implica la primera, pero lo inverso no es cierto. De esta forma, un diferencial positivo de precios entre dos países en el largo plazo es perfectamente compatible con la convergencia de sus tasas de inflación. Esto es, si el nivel de precios de dos economías converge en el largo plazo, sus tasas de inflación también lo harán, independientemente de que el diferencial del nivel de precios en el largo plazo no sea nulo. Dicho esto, ¿existe evidencia de convergencia relativa de precios en la UEM? A pesar de la importancia de medir, analizar y monitorizar de manera periódica la convergencia de precios relativa entre estados miembros en la unión, no es obvio que exista un marco econométrico global y unificado que permita hacerlo. Nuestro artículo propone una metodología que permite contrastar y caracterizar la convergencia absoluta y relativa de los niveles de precios de los países de la UEM desde 2002 hasta 2020.

Es importante recalcar que la inflación es un concepto de medio-largo plazo, compatible con shocks heterogéneos de corto plazo en el nivel de precios, que pueden causar desequilibrios y obligar a los precios a cambiar para ajustarse a su anterior o nuevo equilibrio. Si bien desequilibrios de mercado en el corto plazo afectarán al nivel de precios de uno o varios países miembros, estos, tras un periodo de tiempo, deberán de converger en el largo plazo a un nivel común de precios (convergencia absoluta) o hacerlo sus tasas de crecimiento (convergencia relativa). La metodología que se propone en nuestro artículo mide y estudia la convergencia asintótica, i.e., a un valor teórico común al cual los niveles de precios y la inflación convergen. También permite estimar la velocidad de convergencia. Esto es importante porque no todas las economías y sus fundamentales reaccionan a la política monetaria con la misma velocidad, por tanto, tampoco lo harán sus precios. La autoridad monetaria competente se beneficiaría de tener esta información para enfrentar los desequilibrios que causa la política monetaria en los distintos países miembros. Esta metodología también permite contrastar y monitorizar el cumplimiento de los criterios de convergencia de precios e inflación en los países candidatos a pertenecer a la Unión. Al poder contrastar convergencia absoluta y relativa de precios en un mismo modelo, se facilita la comparabilidad estadística de los distintos episodios de integración económica de los países miembros.

En lo que respecta al análisis econométrico propuesto, el artículo propone un modelo de corrección de error que permite estudiar la senda de convergencia de precios, así como sus características fundamentales (su forma, la velocidad de convergencia y el diferencial de precios o inflación, cualquiera sea el caso). El análisis de cointegración, que usualmente se emplea en este tipo de estudios para concluir sobre la convergencia de precios, en insuficiente ya que no informa adecuadamente del proceso de convergencia y divergencia, y sólo aporta respuestas binomiales: los precios ya han convergido o no lo han hecho. Nuestro modelo permite contrastar convergencia relativa y absoluta de precios cuando el proceso de convergencia se está produciendo, pero aún no se ha completado. Ello se consigue incluyendo uno o dos operadores convergencia a la especificación del modelo de precios relativos. Más detalles técnicos sobre la metodología y las definiciones empleadas pueden encontrarse en el artículo de referencia. [1]

El periodo de estudio en este artículo empieza en enero de 2002, cuando el euro entró en circulación de forma física, hasta diciembre de 2019, justo antes de la pandemia. Las series de precios para cada país miembro son trimestrales y se basan en los índices de precios armonizados que publica mensualmente Eurostat. El análisis se lleva a cabo para toda la muestra y para dos submuestras solapadas (2002-2011 y 2010-2019) con objeto de ahondar en el estudio de un potencial cambio en la convergencia absoluta y relativa de precios en este periodo.

A continuación, se resumen los principales resultados obtenidos. Se encuentra evidencia estadística a favor de diferentes patrones de comportamiento en los niveles de precios de los países de la Unión, antes de 2012. En concreto, se encuentra convergencia absoluta de precios en el largo plazo sólo entre Alemania, Francia e Italia, rechazándose la convergencia absoluta de precios en el resto de casos. Sin embargo, no se rechaza una convergencia relativa de precios entre pares en el 18% adicional, incluido España, lo que supone la existencia de evidencia estadística a favor de una convergencia de inflación alrededor de 2012, para aproximadamente del 80% de la economía combinada de la UEM. De esta forma, hasta esa fecha, las tres economías más grandes de la UEM habían convergido en niveles de precios, y el 80% de la economía de la UEM en inflación. Ver Figura 1.

Figura 1. Precios relativos (%) en la UEM con Alemania como numerario.


Los contrastes arrojan resultados diferentes en la segunda submuestra. Ya no se encuentra evidencia de convergencia absoluta de precios en ningún caso. Tampoco se encuentra evidencia de convergencia en inflación entre ningún par de países, excepto entre Alemania y España. De acuerdo con los resultados obtenidos, los procesos de divergencia, cuando se detectan, comenzarían entre 2012 y 2015. La velocidad de ajuste del nivel de precios ante un shock se estima heterogénea y en muchos casos baja, lo que podría favorecer una menor capacidad estadística para detectar una senda de convergencia relativa o transición estable en esta segunda parte de la muestra hacia un nuevo equilibrio. También dificulta una política monetaria coordinada.

Los resultados obtenidos en cada submuestra se contrastan empleando toda la muestra y dos operadores convergencia que controlen por posibles cambios en la senda de convergencia (absoluta o relativa) de precios; ver figuras 2.a y 2.b. El eje de la derecha incluye los precios relativos (original y series corregidas por el factor convergencia, y el factor de corrección), que corresponden los gráficos de la parte superior de cada figura. El eje de la izquierda, parte inferior, incluye el coeficiente del test de divergencia/convergencia empleado, un valor por debajo del valor crítico informa sobre una probable divergencia de precios relativos. Las fechas estimadas de divergencia o convergencia se indican en cada figura.


Figura 2. IV/2011-I/2020. Análisis de convergencia usando los precios relativos de la UEM con Alemania como numerario.


Al emplear toda la muestra, se confirman los resultados anteriores y se encuentra evidencia de convergencia relativa de precios de para algunos países adicionales, como Países Bajos frente a Alemania. La reducida velocidad de convergencia entre ambos países explicaría que sólo se detecte convergencia entre estos dos países cuando se considera toda la muestra. En casi todos los casos analizados se precisan dos operadores convergencia para modelizar la evolución de sus precios relativos. Los resultados obtenidos sugieren interpretar el primer operador como un operador convergencia (hasta 2012) y el segundo como un operador divergencia, que tiene su origen entre 2012 y 2015. Con una elevada probabilidad no es uno, sino la interacción de un conjunto de factores financieros y económicos lo que explicaría el patrón de comportamiento de precios observado antes y después de 2012 en la UEM. Dada la heterogeneidad del tejido productivo y social de los países miembros, se precisaría de un análisis a nivel país para desvelar cuales han sido estos factores.

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[1] Versión ampliada del artículo en Garcia-Hiernaux, A., Gonzalez-Perez, M.T. and Guerrero, D.E. (2023): "Eurozone prices: A tale of convergence and divergence", Economic Modelling, 126, 106418.
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Como citar esta entrada del Blog:

Alfredo Garcia-HiernauxMaria T. Gonzalez-Perez y David E. Guerrero, "La evolución de los precios en la Eurozona: una historia de convergencia y divergencia", Universidad de Valencia, Blog Viaje al Fondo de las Finanzas Internacionales, 28/2/2024,

https://vicenteesteve.blogspot.com/2024/02/la-evolucion-de-los-precios-en-la.html

lunes, 29 de enero de 2024

Evolución histórica de las variables macroeconómicas fiscales de la economía española, 1964-2022, y proyecciones 2023-2026

 

Entrada elaborada conjuntamente con María A. Prats de la Universidad de Murcia

En esta entrada del Blog se presenta la senda temporal de las principales variables macroeconómicas fiscales de las AA.PP. españolas (medidas en % del PIB) actualizadas para el periodo 1964-2022 y las últimas proyecciones del Banco de España y del Gobierno para el periodo 2023-2026. Con más detalle, se ha añadido la cifra provisional del año 2022 y se han corregido también todas las cifras anteriores con datos actualizados de las nuevas series elaboradas por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Los datos provienen de las Cuentas Financieras de la Economía Española elaboradas por el Banco de España y de la Contabilidad Nacional de España elaborada por el INE. También se presentan proyecciones de déficit público total (incluyendo los pagos de intereses de la deuda pública acumulada) y del stock de deuda pública bruto (según la metodología del Déficit Público Excesivo, PDE), proyecciones elaboradas el pasado diciembre por el Banco de España y el Ministerio de Hacienda y Función Pública para el periodo 2023-2026. [1]. Por último, se muestra la evolución histórica del stock de deuda pública en % del PIB y del superávit (+) o déficit presupuestario total para España para el periodo 1850-2022 y las predicciones para 2023-2026.

Nos gustaría destacar los cinco últimos periodos de la historia presupuestaria de la economía española: (1) el ajuste fiscal del periodo 1996-2007; (2) el deterioro brusco y profundo de las finanzas públicas en los años 2008 y 2009, después del inicio de la crisis económica derivada de la crisis financiera internacional; (3) el nuevo periodo de ajuste fiscal que comenzó en el año 2010 y terminó en 2019, pero que avanzó a un ritmo excesivamente lento para garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas a largo plazo; (4) el problema de la solvencia fiscal se ha agravado considerablemente con la recesión provocada por el COVID-19 en 2020, tanto por el aumento del gasto público como por la insuficiente recaudación de los ingresos públicos; (5) y el lento ajuste fiscal iniciado desde 2021 impulsado fundamentalmente por el aumento de los ingresos públicos vía crecimiento del PIB nominal.

En el Gráfico 1 (hacer clic sobre el mismo para verlo más grande) aparece la evolución de los ingresos totales, los gastos totales y los gastos netos de intereses de la deuda pública (o gastos públicos primarios) de 1964 a 2022 y la previsiones del Gobierno para 2023 y 2024 en relación a las dos primeras variables. 

Por un lado, destacar el hundimiento de los ingresos en 2008 y 2009, y el espectacular crecimiento de las dos variables representativas de los gastos públicos en los años posteriores a 2008.  Resaltar que a pesar de los esfuerzos realizados, los gastos totales y los gastos sin intereses de la deuda pública se situaron a finales de 2019 en el 42,3% y el 40% del PIB, respectivamente. La Pandemia provocó un crecimiento espectacular de las dos variables. Con más detalle, a finales de 2020 los gastos públicos totales alcanzaron el máximo de la serie histórica con una ratio del 52,3% del PIB, batiendo el anterior récord histórico del año 2012 (49,1%), y superando ampliamente el dato de finales de 2019 (42,3% del PIB). Los datos de finales de 2022 sitúan los gastos públicos totales en un nivel más bajo del 47,9% del PIB, mientras que las previsiones del Gobierno reducen está cifra al 45,8% y el 45%  del PIB para los años 2023 y 2024, respectivamente.

Por otro lado, los ingresos públicos se situaron a finales de 2022 en el 43,1% del PIB. El Gobierno prevé una reducción de este nivel para los años 2023 (41,9%) y 2024 (42%). La causas de esta caída son tanto la desaceleración económica como la reducción de las tasas de inflación, factores que impulsaron en 2021 y 2022 la recaudación impositiva.


En el Gráfico 2 se presenta la evolución del ahorro bruto total y del ahorro bruto primario (excluido los pagos de intereses de la deuda pública) del total de las AA.PP. para el periodo 1964-2022. La primera variable se obtiene del saldo conjunto de las cuentas corrientes (ingresos y gastos corrientes) de las AA.PP. (cuentas de producción, distribución y utilización de la renta). Recordar que el mantenimiento de saldos de ahorro público equilibrados permite cumplir la "regla de oro" de la política fiscal: emitir deuda pública solamente para financiar la inversión pública.


Por un lado, el ahorro bruto total y primario, que había crecido ininterrumpidamente en una década (desde 1997 a 2007), retrocedió bruscamente en el año 2008 y alcanzó en 2009 niveles negativos no conocidos en esta serie histórica. En el periodo 2009-2019 el ahorro público primario registró una importante mejora (4,3 puntos porcentuales en % del PIB) hasta situarse en un nuevo superávit en 2019 (+1,4 puntos porcentuales en % del PIB), mientras que el desequilibrio negativo en el ahorro público total se ha reducido en 3,7 puntos porcentuales hasta alcanzar en 2019 un ligero déficit (-0,9 puntos porcentuales del PIB).

Por otro lado, la Pandemia provocó un importante deterioro en las dos variables generando nuevamente importantes déficits. Con más detalle, el ahorro público total se situó a finales de 2020 en el -7,2% del PIB, mientras que el ahorro público primario alcanzó el -4,9% del PIB. Desde ese año el desequilibrio negativo se ha ido reduciendo en ambas variables, hasta alcanzar a finales de 2022 un déficit del -2,0% en el ahorro bruto total y un ligero superávit en el ahorro público primario del +0,4%.

En el Gráfico 3 se presenta la evolución temporal del superávit o déficit de las AA.PP. total y primario (excluidos los pagos de intereses de la deuda pública) desde 1964 a 2022 y la proyecciones para el periodo 2024-2026 del Banco de España para el saldo total y del saldo primario por parte del Gobierno. Con más precisión, se trata de la capacidad (+) o necesidad de financiación (-) total y neta de intereses, obtenida como suma del ahorro bruto y del saldo de la cuenta de capital de las AA.PP. En este caso, se incluye además de los ingresos y gastos públicos corrientes, los ingresos y los gastos de capital de las AA.PP., incluida la inversión pública, entre otras partidas.


Como se puede observar en el gráfico, un periodo significativo de ajuste fiscal comenzó después de 1995 (año en el que se alcanzó un déficit público récord hasta entonces del -6,6%), para posteriormente reducirse en años sucesivos el déficit hasta el año 2004, y generando superávit públicos crecientes en el periodo 2005-2007. Nuevamente, el año 2008 marca un cambio de tendencia brusco, al aparecer cifras de déficit público total del -4,5%, cifras no registradas desde el año 1996. En el año 2009 se alcanzó una nueva cifra récord en estos 53 últimos años de historia de la hacienda pública española: un -9,4% de déficit público primario y un -11,1% de déficit público total. 

El proceso de consolidación fiscal que había tenido relativo éxito en el periodo 2010-2011, se frenó significativamente en 2012, aunque se volvió a encauzar en los años 2013 a 2019, con un ligero paso atrás en este último ejercicio presupuestario. Con más detalle, el déficit público total se redujo desde 2012 a 2019 en 7,9 puntos porcentuales del PIB, hasta alcanzar el -2,8% del PIB, mientras que el déficit público primario se redujo en 7,1 puntos porcentuales del PIB, hasta situarse muy cercano al equilibrio (-0,6% del PIB).

La consecuencias económicas de la Pandemia provocó en 2020 un deterioro importante del déficit público. Con más detalle, el déficit público total se situó a finales de 2020 en el -10% del PIB, mientras que el déficit público primario alcanzó el -7,8% del PIB. En el periodo 2021-2022 ambos desequilibrios se han ido reduciendo hasta situarse a finales de 2022 en un déficit público total del -4,7% y en un déficit público primario del -2,4%.

A falta de la liquidación definitiva, se mantiene la estimación del déficit público total por parte del Banco de España para 2023 en el -3,8% del PIB. En 2024 con la prórroga de los presupuestos y de una parte de las medidas anti crisis, el déficit público total se reduciría ligeramente hasta el -3,4% del PIB. Para los años 2025 y 2026, el Banco de España prevé un ligero aumento del déficit público total hasta alcanzar en ambos años el -3,6%, lejos todavía del objetivo del -3% impuesto por las reglas fiscales de la zona euro.

Las previsiones del Gobierno sitúan el déficit público primario en el -1,4% y el -0,4% para 2023 y 2024, respectivamente.Para 2025 y 2026 se prevé un ligero empeoramiento del -1,2% en 2025 y del -1% en 2026.

Las reglas fiscales volverán en 2024, por lo que España entrará, previsiblemente, dentro del protocolo de déficit excesivo, y se le requerirá un plan de ajuste que asegure una trayectoria de gasto que garantice la reducción progresiva del déficit y de la deuda.

En el Gráfico 4 se muestra la senda temporal de dos variables representativas del stock de deuda pública de las AA.PP. para el periodo 1964-2022. La primera es el stock de deuda pública total medido por el conjunto de los pasivos financieros totales de las AA.PP. En el segundo caso, la segunda variable representativa del stock de deuda pública (menor en niveles por las partidas que incluye) es construido según la metodología del Protocolo de Déficit Excesivo (PDE) incluido en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la zona del euro (esta es la cifra oficial que publica el Banco de España y el Banco Central Europeo sobre el total de la deuda pública española).


En ambos casos, la reducción es espectacular desde el año 1996 hasta el año 2007, y nuevamente se produce un deterioro muy significativo y persistente desde el inicio de la crisis financiera internacional en el año 2008, deterioro que se ha vuelto a repetir en 2020 como consecuencia del COVID-19. 

Con más detalle, el stock de deuda pública según el PDE se situó a finales de 2020 en 1.345.786 millones de euros (120,4% del PIB), mientras que el stock de deuda pública total (que incluye muchos más pasivos de las AA.PP.) alcanzó hasta entonces la cifra récord en la serie histórica de 1.980.288 millones de euros (177,1% del PIB). En los años 2021 y 2022 ambas ratios se han reducido hasta situarse en el 113,2% en el caso del stock de deuda pública según el PDE  y del 145,7% en el caso del stock de deuda pública total.

Las previsiones del Banco de España sobre la evolución del stock de deuda pública según la metodología del PDE (Gráfico 6) estiman que la relación deuda/PIB continúe su trayectoria descendente en 2023, disminuyendo al 108,1% para posteriormente estabilizarse en el periodo 2024-2026 en torno a una media del 107%, a medida que se desvanezca el diferencial favorable entre el crecimiento del PIB nominal y el coste del servicio de la deuda. Estas cifras se mantienen muy alejadas del límite impuesto en el Tratado de Maastricht del 60% del PIB. 


Finalmente, en el Gráfico 7 se muestra la evolución histórica del stock de deuda pública en % del PIB para el periodo 1850-2022 y las previsiones del Banco de España para el periodo 2023-2026. 

La situación actual de la dinámica de la deuda pública se encamina sin control hacia los peores episodios de nuestra historia económica reciente: la I Guerra de Cuba de 1868-1878 en el reinado de Alfonso XII y la II Guerra de Cuba-Crisis de 1898 en el regencia-reinado de su hijo Alfonso XIII.

El récord negativo se sitúo en 1876, cuando la deuda pública del país quedó contabilizada en un 169% del PIB. El siguiente pico de deuda llegó, por su parte, en 1902 con una cifra equivalente al 128% del PIB en ese momento, pico al que nos estamos acercando desde el inicio de la Pandemia. Se venía en ambos casos de los tiempos de la llamada "leyenda negra" de la deuda pública española.


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[1] Banco de España (2023): Proyecciones macroeconómicas de la economía española, 19 de  diciembre;  Ministerio de Hacienda y Función Pública (2023), Plan Presupuestario 2024, octubre.

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Vicente Esteve, "Evolución histórica de las variables macroeconómicas fiscales de la economía española, 1964-2022, y proyecciones 2023-2026", Universidad de Valencia, Blog Viaje al Fondo de las Finanzas Internacionales, 29/1/2024,

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