El Banco Central Europeo (BCE) acaba de publicar un informe sobre la convergencia real de las economías del conjunto de la Unión Europea (UE-28) y de las 12 economías de la zona del euro. El estudio cubre el período desde la implantación de la moneda única en 1999 hasta el año 2014. Una de las ventajas que se esgrimió para la creación del euro fue que se impulsaría la convergencia real de las economías (o la convergencia de los niveles de renta per cápita). Pero ha ocurrido lo contrario.
La convergencia real se mide habitualmente por el PIB real per cápita (en adelante niveles de renta). La convergencia real sostenible es el proceso que propicia que los niveles de PIB per cápita de las economías de renta más baja se aproximen de forma permanente con los de las economías de renta más alta.
En la literatura académica relacionada con el crecimiento económico, la convergencia real se mide con dos indicadores complementarios: la convergencia beta (conocida también como β-convergencia) y la convergencia sigma (conocida también como σ–convergencia). El primer tipo de convergencia se produce cuando las economías de renta más baja crecen más rápidamente que las de renta más alta, por lo que experimentan un proceso de convergencia económica real. Este indicador se mide en términos de PIB relativo per cápita en paridad de poder de compra (PPC) (en inglés, GDP per capita in PPS). El segundo indicador se refiere a una reducción de la dispersión de los niveles de renta entre las economías.
La convergencia real implica que los países de renta más baja puedan crecer de forma sostenible a un ritmo más rápido que los países de renta más alta y, como resultado, se producirá la convergencia de sus niveles de renta con los de los países de renta más alta. Por ello, la convergencia real corresponde, esencialmente, a la dimensión β de la convergencia, siendo la convergencia σ una condición necesaria para la convergencia β.
En el primer gráfico se representa una aproximación a la convergencia real con el concepto de convergencia beta desde el inicio del euro entre los países de la UE-28 y en los países de la zona del euro. [1] [2] [3]
En el eje horizontal se representa el PIB relativo per cápita en paridad de poder de compra de cada país en 1999 respecto a la media de la UE-28 y en el eje vertical se representa el cambio de ese indicador entre 1999 y 2014.
Del análisis de los datos del gráfico anterior cabe destacar que si ha habido convergencia real en el conjunto de la UE-28 (triángulo verde) entre 1999 y 2014, aunque este resultado muestra procesos de convergencia y divergencia entre los distintos países. En primer lugar, los países de la UE-28 que no pertenecen a la zona del euro (triángulo rojo) y aquellos países que entraron en la zona euro después de 2002 (círculos amarillos) muestran mejor comportamiento relativo en relación al proceso de convergencia real que los 12 países pioneros de la zona del euro (Euro 12, cuadrados azules oscuros y claros). En segundo lugar, los países que muestran mejor grado de convergencia real con la media de la UE-28 son Estonia, Letonia, Lituania, Rumania y Eslovaquia, seguidos por el resto de países del grupo de la Europa Central y Oriental (en inglés, CEE = Central and Eastern Europe). Por último, no se ha producido un proceso de convergencia real entre los 12 países que adoptaron el euro en 1999 y posteriormente en 2001. Por último, en el lado opuesto destacar la divergencia en la renta per cápita registrada en España y Portugal (sólo han logrado mantenerla) y el aumento significativo de la divergencia (Grecia y especialmente Italia).
En el segundo gráfico se aproxima la convergencia sigma, es decir, la dispersión de los niveles de renta entre las economías.
Como muestran los datos del gráfico anterior, se ha producido convergencia sigma entre el conjunto de los países de la UE-28, pero también una caída de la convergencia sigma en los 12 países pioneros de la zona del euro (Euro 12).
El informe del BCE destaca el conjunto de factores que han impedido la convergencia real entre los 12 países que adoptaron el euro en 1999 y 2001 (Euro 12): a) la debilidad de las instituciones nacionales (baja efectividad de las políticas y de las gobernanzas, baja calidad de las regulaciones medioambientales y elevada economía sumergida, entre otros); b) las rigideces estructurales en los mercados de productos y trabajo); c) la débil respuesta de la política económica a los ciclos alcistas de los precios de los activos (especialmente en la vivienda y la construcción) y al excesivo endeudamiento de las familias y empresas no financieras; d) y el débil crecimiento de la productividad.
Centrémonos en el papel clave del crecimiento de la productividad en el proceso de convergencia económica real. En el siguiente gráfico se muestra la relación entre la renta per cápita en 1999 y el cambio en el crecimiento de la Productividad Total de los Factores (PTF) (en inglés, TFP Total Factor Productivity) de cada país entre 2014 y 1999. Recordemos que la PTF mide la eficiencia con la que el factor trabajo y el factor capital se utilizan en el proceso de producción y, por lo tanto, aproxima la contribución del progreso técnico al avance del crecimiento de la productividad del trabajo y, en última instancia, al crecimiento real y potencial de la producción en el largo plazo.
El informe del BCE destaca el conjunto de factores que han impedido la convergencia real entre los 12 países que adoptaron el euro en 1999 y 2001 (Euro 12): a) la debilidad de las instituciones nacionales (baja efectividad de las políticas y de las gobernanzas, baja calidad de las regulaciones medioambientales y elevada economía sumergida, entre otros); b) las rigideces estructurales en los mercados de productos y trabajo); c) la débil respuesta de la política económica a los ciclos alcistas de los precios de los activos (especialmente en la vivienda y la construcción) y al excesivo endeudamiento de las familias y empresas no financieras; d) y el débil crecimiento de la productividad.
Centrémonos en el papel clave del crecimiento de la productividad en el proceso de convergencia económica real. En el siguiente gráfico se muestra la relación entre la renta per cápita en 1999 y el cambio en el crecimiento de la Productividad Total de los Factores (PTF) (en inglés, TFP Total Factor Productivity) de cada país entre 2014 y 1999. Recordemos que la PTF mide la eficiencia con la que el factor trabajo y el factor capital se utilizan en el proceso de producción y, por lo tanto, aproxima la contribución del progreso técnico al avance del crecimiento de la productividad del trabajo y, en última instancia, al crecimiento real y potencial de la producción en el largo plazo.
En primer lugar, los países de la UE-28 con niveles relativos de renta per cápita más bajos tienden a exhibir un mayor crecimiento de la PTF, lo que ayuda al proceso de convergencia real en el conjunto de la Unión Europea, aunque este resultado muestra comportamientos heterogéneos en la evolución de la PTF entre los distintos países.
En segundo lugar, los países pioneros de la zona del euro (Euro-12) con niveles de renta iniciales más altos (Alemania, Austria, Holanda, Francia, Bélgica, Finlandia) incluso han tendido, en promedio, a registrar un mayor crecimiento de la PTF que los países de la zona euro con niveles de renta más bajos (España, Portugal y Grecia). Resulta sorprendente, que a pesar de los importantes flujos financieros canalizados hacia los países de bajos ingresos desde el inicio de la moneda única (en forma de créditos e inversiones netas del resto de la zona del euro) estos flujos de capital no han logrado generar un proceso de convergencia de la productividad en el período anterior a la crisis económica y financiera de 2008, y ello ha dificultado, sin duda, el proceso de convergencia real. La crisis ha puesto de manifiesto que la abundancia de flujos de capital en los países con niveles de renta más bajos de la zona del euro no ha podido contribuir a una convergencia real sostenible en el tiempo. La causa está en que estos flujos de capital se asignaron de forma ineficiente en sus economías en sectores que no impulsaron la PTF (construcción y vivienda, exceso de consumo apoyado en abundante y barato crédito bancario, gasto público corriente ineficiente).
En tercer lugar, el comportamiento de la evolución de la PTF de Italia es muy negativo para su economía, ya que es el único país (junto a Chipre) que registra una caída de la productividad en el período 1999-2014. Este comportamiento explica en gran medida la significativa divergencia real de su economía con el resto de países de UE-28 que se observó en el primer gráfico.
Finalmente, hay que recordar que para que la convergencia real sea sostenible en el tiempo, el crecimiento del PIB potencial per cápita a largo plazo ha de ser compatible con una expansión de la demanda agregada, circunstancia que no está ocurriendo en algunas de las economías europeas.
[1] Países de la zona del euro 12 representados con un cuadrado azul claro: FI = Finlandia, IE = Irlanda, DE = Alemania, AT = Austria, NL = Holanda, BE = Bégica, FRA = Francia. Países de la zona del euro representados con un cuadrado azul oscuro: PT = Portugal, GR = Grecia, ES = España, IT = Italia. Luxemburgo de los 12 países del euro porque su PIB per cápita está sesgado por el elevado número de trabajadores que cruzan la frontera para trabajar en su territorio.
[2] Otros países de la zona del euro 18 (no euro 12) representados por un circulo amarillo: LT = Lituania, EE = Estonia, LV = Letonia, SK = Eslovaquia, SI = Eslovenia, MT = Malta, CY = Chipre.
[3] Resto de países de la UE-28 que no forman parte de la zona del euro representados por un triángulo rojo: RO = Rumania, BG = Bulgaria, PL = Polonia, HU = Hungría, HR = Croacia, SE = Suecia, DK = Dinamarca, UK = Reino Unido, CZ = República Checa.
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